Con el tiempo, la tierra que hay debajo del césped o en los arriates de flores se vuelve menos saludable. Puede que esté compactada, lo que significa que las pequeñas bolsas de aire debajo de la superficie se han apelmazado, haciendo que la tierra pierda su estructura. Cuando ocurre esto, el agua y los nutrientes ya no se desplazan por la tierra, lo que dificulta que crezcan las raíces y florezcan las plantas.
Este suelo requiere cultivo o labrado, que básicamente consiste en cavar y remover la tierra y añadirle nutrientes o complementos, en forma de mantillo o humus para orear la tierra. Al cavar, podemos probar diversas técnicas:
La forma más elemental de aplicar una pequeña cura de primeros auxilios a la tierra es tomar una pala, cavar, dar la vuelta a la tierra y picarla. A continuación, si fuera necesario, añade nutrientes y humus a la tierra antes de volver a darle la vuelta.
Con esta técnica, se cubre eficientemente la zona del jardín de manera uniforme. Divide la zona en franjas y cava una pequeña zanja de unos 25-30 cm de anchura y con la profundidad de la pala. Eche la tierra a un lado, dejando la zanja vacía. Desplázate a la siguiente franja, saca la misma cantidad de tierra de ella y échala en la primera zanja, rompiendo los terrones al avanzar. Sigue cavando y moviendo la tierra hasta abarcar todo el jardín. Cuando termines, rellena la última zanja con la tierra que has retirado de la primera.
Si la tierra no está compactada, puede que baste un cultivo poco profundo. Solo tienes que utilizar un rastrillo o una azada e intentar no deshacer la estructura de la tierra por debajo de una profundidad de aproximadamente 5-8 cm.
Un césped bien acondicionado no requiere necesariamente que se cave. Cubrir la tierra con capas de materia orgánica de unos 6-10 cm de profundidad puede resultar suficiente. En el momento de plantar, retira con el rastrillo el mantillo antes de la sembrar las semillas.
Si la tierra está muy húmeda, debemos evitar cavarla para no causar daños en su estructura.
Por último, recuerda que lo fundamental es que la tierra esté suelta. Las plantas necesitan minerales, aire, agua y sustancias orgánicas para crecer. La mejor forma de conseguirlo es trabajar la tierra, darle la vuelta y añadir humus.