Regar o no regar, esa es la cuestión
Asegurarse de que el campo reciba la cantidad adecuada de agua es fundamental para mantenerlo en perfectas condiciones. Saber detectar cuándo y con qué frecuencia hay que regar el campo puede ahorrarte mucho tiempo y dinero, además de eliminar otros problemas que a la larga te pueden suponer más trabajo, tiempo y dinero. La pregunta es: ¿estamos regándolo demasiado?
“Se podría ahorrar una gran cantidad de dinero”
Simeon Liljenberg trabaja como responsable del césped del estadio nacional de fútbol de Suecia, el Friends Arena. Según él, muchos jardineros deberían plantearse reducir los riegos. “Muchos campos consumen demasiada agua. De hecho, se podría ahorrar una gran cantidad de dinero reduciendo drásticamente el riego”, comenta Simeon. El exceso de riego es malo por tres motivos. El primero de ellos es que todos deberíamos utilizar el agua con sensatez, ya que en el futuro podría escasear en muchas partes del mundo. En segundo lugar, el riego suele requerir mucho tiempo y esfuerzo: sobre todo a la hora de desplazarse para programar y ajustar los sistemas. Por último, un suministro constante de una gran cantidad de agua da lugar a sistemas radiculares poco profundos, lo que puede aumentar la aparición de malas hierbas. La regla básica es la siguiente: riega en cantidad, pero no muy a menudo.
Conoce bien tu campo de juego
Es importante estudiar el campo de juego y conocerlo muy bien. "Es necesario comprobarlo a la vista y al tacto", comenta Simeon. Recomienda dar un paseo por el campo, por todos los lados, para comprobar su estado. ¿Está blando y quizás excesivamente regado? ¿Y qué aspecto tiene la hierba? ¿Está flácida y, si es así, puede ser por un exceso de riego o tal vez por un abonado incorrecto? Este tipo de observaciones te dan una buena base para seguir investigando y poder establecer buenas rutinas de riego.
Empieza a confiar en los datos
Es hora de dejar de hacer conjeturas y de creer en las viejas "verdades" con respecto a la frecuencia con la que debe regarse un campo. "Todo jardinero debería utilizar un higrómetro para el suelo", comenta Simeon. Es una inversión muy pequeña que puede ayudar a ahorrar mucho tiempo y dinero. "Regar un campo de juego durante la noche podría costar cientos de euros. Por lo tanto, yo diría que el tiempo de amortización de un higrómetro para el suelo normalmente es de tan solo un par de semanas". El contenido de humedad debe estar entre el 20 y el 25 %, dependiendo de la base del campo. Por ejemplo, los campos construidos sobre un lecho de arena suelen necesitar más agua, por lo que deben tener un contenido de humedad ligeramente superior. "Cada campo de fútbol es un mundo. Se trata de encontrar el nivel de humedad perfecto para cada campo en cuestión".
¿Qué problemas puede ocasionar un exceso de agua?
Si riegas con demasiada frecuencia, el campo se aclimatará al riego constante. Esto significa que las raíces dejan de crecer, ya que no tienen que seguir profundizando en el suelo para encontrar el agua que necesitan. Demasiada agua también puede hacer que el césped empiece a pudrirse. También existe el riesgo de que se filtren nutrientes importantes del suelo, inhibiendo el crecimiento de las raíces. Una superficie demasiado blanda hace que el terreno de juego sea menos resistente al desgaste y puede sufrir daños graves que tardan mucho en recuperarse.
¿Qué podemos hacer si el campo está demasiado húmedo y con demasiado fieltro?
Las dos mejores formas de tratar un campo de fútbol encharcado son mediante aireación y abonado. Debemos orearlo con picas grandes y largas para lograr un drenaje vertical. De esta forma, el agua de la superficie penetrará en el suelo. Además, también aumentaremos la oxigenación, que hace que el césped se seque. "Esa es la mejor forma de salvar un campo que ha recibido más agua de la que puede absorber", comenta Simeon.
Acerca de Simeon Liljenberg |
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